Muralla de la ciudad

Muralla de la ciudad

A finales del siglo 17 las fortificaciones de la ciudad incluían  200 cañones. Su peso oscilaba de  100 kg a 10 toneladas. Los viejos cañones representan no  sólo las unidades de defensa sino también obras de arte. Los secretos de  construcción se guardaban  en estricta confidencialidad y se transmitían de padre a hijo. Sólo los más ricos de la ciudad podían darse el lujo de mantener tan muchos cañones. Cada cañón tenía su propio nombre. Los ciudadanos conocían muy bien a sus cañones y los reconocán según ¨la voz¨ durante los cañonazos. Los cañones  ya desgastados se utilizaban para asentar las esquinas de las puertas y de las casas para evitar los daños que hacían los carros  viajando por las calles estrechas de la ciudad.

Las primeras fortificaciones de la antigua ciudad eran muy simples - una zanja profunda seguida por un  alto terraplén y una tranquera en su parte superior. Estas fortificaciones se construían rápidamente durante unas pocas semanas. Los cruzados alemanes, fundadores de Riga actual, - a principios del siglo XIII ocuparon los territorioa cercanos a la ciudad - la isla de Dole, Salaspils y Ikshkele donde se extraía dolomita. Más tarde, las paredes de madera fueron reemplazados por muros de dolomita extraído de esas canteras. Usted está ahora delante del fragmento restaurado de la muralla de la ciudad con la torre de Ramer. Aquí usted puede ver cómo, debido a numerosos incendios, inundaciones y guerras se ha levantado el nivel de las calles de Riga.

El siglo XVI trajo grandes cambios a la arquitectura y la vida de los ciudadanos. En el siglo XVI aparecen las arma de fuego y las fortificaciones de la ciudad perden su sentido original porque los cañones comenzaron a disparar con más precisión. Por lo tanto, en el medio del siglo XVI para mejorar las fortificaciones se incrementó  la altura de los muros.  En la parte superior  de los muros fueron añadidas las galerías de tiro y las plataformas de cañones. Al mismo tiempo se reforzaron las torres y puertas. Además, se cavaron más zanjas delante de la muralla y se pusieron más terraplenes.  La altura de terraplenes se oscilaba entre 8 y 11 metros.

En el  espacio entre los baluartes de la zanja de protección  fueron montadas las islas triangulares – los revellines, unidos a través de los puentes de madera con ambas orillas.  La única forma de acceder a la ciudad que estaba detrás de las paredes era a través de los puentes de madera  de los revellines. Cuando más tarde el muro perdió su importancia militar, los habitantes de la ciudad comenzaron a instalar casas a ambos lados de la pared.

La torre de Ramer fue restaurada en 1913, pero consiguieron liberarla completamente  de las edificaciones en el 1971. La torre estaba casi totalmente oculta bajo la capa  histórica, por lo tanto  se tomó la decisión de excavar en su alrededor una zanja de unos metros para  exponer las torres de tamaño completo.

La torre está construida sobre unas estacas de pino de  2 metros de largo y 30 centímetros de espesor. El muro y la torre fueron reconstruidos en 1987. Al igual que en la antigüedad su parte inferior está baldosada por la dolomita gris, y la parte superior - por ladrillos rojos.

En el lado opuesto de la calle Torna (calle de la Torre) hay tres edificios idénticos – los Cuarteles de Jacobo, que fueron construidos en el siglo XVIII al pie de la muralla. Hoy en día el edificio amarillo con techo de tejas rojas es uno de los más sorprendentes edeficios históricos  en la Ciudad Vieja de Riga.

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