De la época sueca Riga ha heredado la Puerta Sueca ubicada en el edificio 11 de la calle Torna. La puerta que se cerraba con llave fue construida en 1698.
Dicen que el comerciante, dueño de esa casa, estaba cansado de pagar una cuota por la transportación de mercancías a través de las puertas de la ciudad, por lo que decidió hacer su propia puerta rompiendo el muro en su propia casa. Después de eso el comerciante ya pudo recoger sus propias tasas por el uso de la puerta.
Hacía cada lado de la columna con la información turística se extira la calle Troksniu (la calle de los Ruidos). Fijense que el adoquín de esa calle está formado de piedras de diferentes tamaños. Inicialmente las calles de Riga se cubrían con vigas de madera pero era bastante incómodo para las personas pasar por ellas en un clima húmedo. Entonces, el alcalde decidió que todos los que querían entrar en la ciudad tenían que traer consigo dos adoquines. Más tarde con esas piedras pavimentaron las calles de Riga.
El guardia en la puerta preguntaba a los recién llegados: "¿Quién eres?, ¿De dónde vienes?, ¿Adónde vas?, ¿Qué vas a hacer en Riga?. Ese rigor era necesario para proteger Riga y para que la ciudad no se conviertiera en un refugio para los vagabundos y mendigos de todo el mundo.
Al igual que las otras puertas de la ciudad, la Puerta Sueca se abriía al amanecer y se cerraba después de la puesta del sol.
Dicen que una bella joven rigueña se enamoró de un soldado sueco que estaba de guardia en la Puerta Sueca. A pesar de que a las jovenes les estaba estrictamente prohibido salir con los soldados, los amantes comenzaron a encontrarse aquí en secreto... Cuando su secreto fue descubierto, la sociedad de Riga estaba tan enfadada con el comportamiento de la joven que a la pobre muchacha la emparedaron. Dicen que incluso ahora a medianoche al lado de la Puerta Sueca se oye el susurro de la infeliz joven: "¡Yo le quiero!". Pero sólo aquellos que son capaces de amar desinteresadamente pueden escuchar este susurro.
En el número 9 de la calle Tornia está la Casa del Verdugo de la ciudad. Fue construida por el alcalde de Riga en 1692. El puesto del verdugo fue cancelado sólo en el siglo XIX, en 1863. El verdugo con sus siervos no solo torturaba a los acusados de forma sino también fue responsable de recoger la basura en la ciudad. Los habitantes a través de una ventanilla pequeña en el muro le pasaban al verdugo sus quejas sobre sus enemigos. Si la ciudad necesitaba los servicios del verdugo, un oficial de la alcaldía colocaba un guante en el alféizar de la ventana de su casa.
Antes de tomar la desición para pavimentar la ciudad con adoquines, los habitantes de Riga arrojaban la basura de las ventanas directamente en las calles. Usted puede imaginar lo difícil que era ir por la ciudad. Para mejorar la situación de alguna manera las calles las cubrían de tablones y la gente al caminar en esos pasillos estrechos tenía que ceder el paso uno a otro. Los problemas tenían las damas nobles que iban en sus vestidos lujosos. Por supuesto cada una de las damas consideraba que la otra tenía que ceder el paso a ella, porque ella era más noble. Al final la alcaldía dictó el decreto ordenando a la dama más joven ceder el paso a la dama mayor. ¡Es fácil de imaginar la amabilidad con que las damas nobles trataban una a otra al encontrarse por las estrechas calles de Riga!
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